El extractivismo consiste en la explotación irracional de los recursos naturales, sin importar los impactos ambientales y sin dejar beneficios económicos al país de cuyo subsuelo son extraídos el petróleo, los metales preciosos o el gas natural.
Se trata de un nuevo saqueo de las riquezas naturales, principalmente en América Latina, donde las transnacionales sacan los minerales y se los llevan, lo cual impide generar procesos productivos locales para dinamizar las economías nacionales.
Estas compañías ni siquiera pagan los impuestos correspondientes y se limitan a entregar miserables regalías que no compensan los daños irreversibles que provoca la extracción.
En El Salvador, el modelo extractivo se habría consumado con la autorización de los proyectos mineros de Pacific Rim, Commerce Group y demás empresas mineras que no procesarían aquí los minerales, comprarían sus insumos en el exterior e importarían la mano de obra cualificada.
Pero el rechazo a la minería metálica no libra al país del sesgo extractivo del neoliberalismo heredado de los gobiernos de ARENA, pues las empresas aglutinadas en la ANEP mantienen una actitud extractivista: apropiarse de la riqueza nacional e incrementar sus ganancias, sin invertir en el país.
Muchas de estas compañías tampoco pagan los impuestos respectivos, violentan derechos laborales e incumplen normativas ambientales.
Estas empresas extractivistas promovieron la eliminación de la obligatoriedad de la declaración patrimonial para quienes obtengan ingresos superiores a 75 mil dólares, criticaron al Ejecutivo por incrementar el salario mínimo en el sector público y cuestionan el recién anunciado impuesto a las grandes empresas que serviría para financiar los programas gubernamentales de seguridad ciudadana.
En vez de aceptar la necesidad de acordar una reforma tributaria progresiva que incluya impuesto patrimonial, a las ganancias de las grandes empresas, a los bienes suntuarios, a las grandes transferencias financieras y otros tributos directos, la ANEP insiste en incrementar el IVA en dos puntos porcentuales.
La gremial corporativa también se opone a la desdolarización de la economía, aun cuando proyecciones gubernamentales no conocidas públicamente confirman la urgencia de restablecer la política monetaria.
Los personeros de la ANEP también rechazan las críticas al Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y República Dominicana con Estados Unidos (CAFTA-DR), a pesar de que éste pone a las empresas nacionales en desventaja frente a las transnacionales.
Caso emblemático de lo anterior es la apertura de las licitaciones del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social a empresas farmacéuticas extranjeras, tal como lo mandan disposiciones del referido tratado comercial contenidas en el capítulo de compras gubernamentales.
Los perjuicios del CAFTA-DR también se evidencian con el aumento del déficit comercial y las demandas de Pacific Rim y Commerce Group contra el Estado salvadoreño en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencia sobre Inversiones (CIADI), que el 15 de noviembre próximo decidirá si procede el arbitraje promovido por Commerce Group.
El extractivismo, entonces, es una característica del modelo neoliberal que todavía impera en el país y un rasgo distintivo de la reprochable conducta del empresariado aglutinado en la ANEP.
*Equipo de comunicaciones de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica.
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