La celebración del trigésimo aniversario del martirio de Monseñor Óscar Arnulfo Romero nos deja el enorme desafío de mantener vivo su legado, lo cual implica actuar simultáneamente en tres ámbitos:
El primero es recordar a Monseñor Romero siempre, y no sólo el 24 de marzo, fecha en que fue cometido el Magnicidio.
Promover esto le corresponde principalmente a las organizaciones ciudadanas, comunidades cristianas y a las iglesias romeristas; pero también el Gobierno podría introducir el mensaje social del Arzobispo Mártir en la currícula escolar, en la política cultural y en los contenidos de los medios de comunicación públicos.
El propósito es colocar el mensaje romeriano en el centro de la subjetividad colectiva, la identidad salvadoreña y el alma nacional.
El segundo es hacer justicia por su vil asesinato. Para esto es necesario que el Parlamento derogue la Ley de Amnistía o que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) la declare inconstitucional, basada en su resolución según la cual ninguna ley puede impedir la aplicación de justicia.
La iniciativa del Órgano Ejecutivo y la presión de la sociedad civil podrían, sin dudas, acelerar la actuación de la Asamblea Legislativa o de la Sala de lo Constitucional de la CSJ.
Y el tercer ámbito de acción es llevar a la práctica las enseñanzas de Monseñor Romero, lo cual significa que la población sea consecuente con el mensaje romerista en todas las esferas de su vida cotidiana.
También significa que las instituciones estatales inspiren sus acciones en las enseñanzas del Arzobispo Mártir: las políticas que implemente el Gobierno Central, los proyectos que desarrollen las alcaldías, las leyes que apruebe el Congreso y las resoluciones de los tribunales, deben coincidir con el pensamiento romeriano.
En esto, el Parlamento y el Ejecutivo han mostrado señales positivas. El primero aprobó –con los votos del FMLN, GANA y CD– el 24 de marzo como Día Nacional de Monseñor Romero; mientras el segundo declaró al Arzobispo Mártir como “Guía Espiritual de la Nación” y realizó inéditos eventos simbólicos para reivindicar el legado romerista: dos conciertos, un mural y la petición presidencial de perdón en nombre del Estado.
Próximamente organizaciones populares probarán si el Ejecutivo y la Asamblea quieren practicar las enseñanzas de Monseñor Romero: La Mesa Nacional frente a la Minería Metálica insistirá en la prohibición de las actividades extractivas y el Foro Nacional del Agua va a reiterar su petición de aprobar dos normativas referidas al vital líquido.
Ojalá, la reflexión de Semana Santa ayude al Ejecutivo a tomar la decisión de impulsar estas normativas y los grupos parlamentario se convenzan de la necesidad impostergable de aprobarlas.
*Equipo de comunicaciones de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica
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