La XVI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, conocida como COP 16, que se realiza desde inicios del presente mes en el famoso balneario mexicano de Cancún, apunta a ser lo que estaba previsto que fuera: un rotundo fracaso para la humanidad y la Madre Tierra, pero un monumental éxito para las suicidas élites económicas y políticas mundiales que se niegan a dejar de contaminar el planeta.
Esta importante cumbre mundial tenía como propósitos discutir y plantear soluciones en varios ámbitos: Adaptación al cambio climático, financiamiento a la producción de energías limpias, reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, transferencia de tecnología y educación global sobre cambio climático.
Pero con la información disponible hasta este momento sobre lo que acontece en el referido cónclave planetario, es factible prever que los resultados propuestos no serán alcanzados, sobre todo el referido a reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera que provocan el calentamiento global.
Incluso, los países ricos no sólo se oponen a avanzar en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que pretenden revertir el Protocolo de Kioto que obliga a las potencias industriales a reducir gradualmente las emisiones de dióxido de carbono, gas metano, óxido nitroso y otros gases contaminantes.
A las élites económicas y políticas –que dominan el mundo mediante la expansión de las empresas transnacionales, las políticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, los Tratados de Libre Comercio y la Organización Mundial del Comercio– no les importa el futuro de la humanidad.
En su febril ansia de lucro, esas élites corporativas explotan el petróleo, el gas natural, los metales y otros recursos naturales en forma irracional, causando estragos en la superficie del planeta y en la atmósfera. Esta es una verdadera actitud suicida que consiste, como dice el filósofo alemán Franz Hinnkelamert, en “cortar la rama donde están parados”.
Para contrarrestar a dichas élites, y para que no sean sus intereses los que decidan el destino de la especie humana, es necesaria una creciente concientización y movilización de la sociedad civil mundial, cuyos representantes también han viajado a Cancún para realizar una contra cumbre que no tendrá mayor incidencia en las decisiones de los líderes mundiales allí reunidos.
Evitar el eventual fracaso de la COP 16, más bien depende ahora de la coordinación y la presión que puedan hacer los gobiernos de los países del Sur, los más afectados por el calentamiento global y los que tienen algún nivel de conciencia ambiental. Éstos, que son la mayoría, deberían retomar propuestas como las del Presidente de Bolivia, Evo Morales.
El mandatario indígena sudamericano insiste en sustituir el actual modelo de explotación, acumulación y consumo que impera en el mundo, por uno que sea equitativo y sustentable, basado en el respeto a los Derechos de la Madre Tierra y en la necesidad de sobrevivencia de la especie humana.
Esperamos que ésta sea la postura asumida por la representación del gobierno salvadoreño que participa en las discusiones de la COP 16.
*Equipo de comunicaciones de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario