La joven dirigente ambientalista mexicana Alberta “Bety” Cariño Trujillo fue asesinada el 27 de abril recién pasado, cuando encabezaba una delegación de defensores de derechos humanos y luchadores sociales que llevaban ayuda humanitaria hacia San Juan Copala (Oaxaca), donde grupos paramilitares mantenía sitiada una comunidad de indígenas triquis.
Esta carismática indígena, de 30 años de edad, era directora del Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos (CACTUS) y miembra del equipo coordinador de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA). Defendía los derechos ancestrales y de la Madre Tierra desde sus quince años.
También lideraba del Frente Amplio Opositor a la Minera San Xavier, subsidiaria de la canadiense New Gold, empresa extractiva que –según su sitio web– realiza minería “inteligente, segura y de desarrollo sustentable” en San Luis Potosí.
De hecho, justo antes de dirigirse a San Juan Copala, Bety Cariño había participado –los días 24 y 25 de abril– en el II Encuentro Nacional de REMA en Cerro San Pedro, una montaña sagrada que fue destruida por New Gold-Minera San Xavier, en el centro-norte del altiplano mexicano.
Junto a Bety Cariño murió el observador de derechos humanos finlandés Juri Jaakkola, de 33 años, representante de la organización Unsi Tanli Ry. En la emboscada también resultaron heridos varios activistas mexicanos y extranjeros que desafiaban el cerco paramilitar para llevar agua, alimentos, medicinas y ropa a la población triqui.
Desde noviembre de 2009 participaba en la demanda de justicia por el asesinato de Mariano Abarca Roblero, dirigente de REMA en Chiapas y líder de la resistencia a Blackfire Exploration, minera canadiense que amenaza al Estado mexicano con una demanda de $800 millones por suspenderle una licencia de explotación.
El 10 de febrero de este año, durante un encuentro de defensores de derechos humanos en Dublín (Irlanda) denunció los tratados de libre comercio, el saqueo de los recursos naturales y la neocolonización de los países latinoamericanos: “La larga noche de los quinientos años aún no termina: La Niña, La Pinta y La Santa María ahora se llaman Iberdrola, Endesa y Gamesa”, señaló.
Luego esbozó el sueño que orientaba su caminar: “Queremos construir un mundo con justicia y dignidad, sin ningún tipo de discriminación. Hoy nosotras empujamos un profundo y extenso proceso de organización, movilización, análisis, discusión y consenso que nos ayude a construir un mundo donde quepan muchos mundos”.
“Abramos el corazón como una flor que espera el rayo de sol por las mañanas, sembremos sueños y cosechemos esperanzas”, exclamó Bety Cariño, al cierre de su discurso. En el referido foro también se abordó la problemática minera en El Salvador, sobre todo los asesinatos de ambientalistas en Cabañas y la demanda de Pacific Rim en el CIADI.
*Equipo de comunicaciones de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica.
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